El ambiente en el hospital era agobiante. Cuando traje a Bethanie, la pusieron en una camilla y la llevaron a la sala de observación. No me dejaron pasar con ella. A mí también me auscultaron, comprobaron mis reflejos para ver si estaba bien. Dijeron que podía irme a casa, pero yo me quedé en la sala de espera.
Traté de localizar a la familia de Bethanie, pero me fue imposible, ¿dónde estarían? Ni idea. Lo único que sabía era que habían dejado a Bethanie tirada, sin preocuparse por sacarla. Cada uno habría salido por sus propios medios.
Bethanie tenía un aspecto nefasto, según los médicos. Estaba muy pálida, y juraron que si hubiera estado un minuto más allí habría muerto. Cuando llegó al hospital, aún tenía la mano sobre el vientre. Qué extraño.
Cogí el periódico. Y en primera plana, salía el titular esperado: La casa de los Burton arde por culpa de la descarga eléctrica que hubo ayer, día 20 de Junio. Para más detalles, sección sucesos.
Abrí inmediatamente el periódico y busqué esa sección. Comencé a leer lentamente. El cuerpo de la noticia era muy largo.
Un incendio provocado por una tormenta ha borrado más de cien años de historia.
La casa de George Burton, un reconocido empresario de Shadows, ha ardido ayer por la noche. ¿La causa? Una descarga eléctrica. Aún no saben qué objeto había en la casa para que provocara tal atracción magnética, pero varios inspectores de la zona lo están averiguando, entre ellos el agente Marsden, viejo amigo de la familia. Este está haciendo especial hincapié en recuperar todos los objetos posibles que no han sido reducidos a cenizas por el fuego.
Ahora, George Burton está buscando una nueva casa, mientras que su hija menor, Bethanie, está ingresada en el hospital. Iremos investigando para conocer su estado. ¿Quién la salvó? El hijo del importante banquero Mathew Bradbury. Son muy amigos, incluso se cuenta por ahí que son pareja. Lo sabremos con certeza en breves.
Rose Lambert
Tonterías, simples tonterías. Amaba a Bethanie Burton, aunque solo le dijera te quiero. Y ella… pues también me amaba a mí. O al menos, la última vez que le había visto consciente. Los sentimientos de una persona no pueden cambiar de un día para otro. No podían cambiar.
-La quise, la querré, la quiero. Hasta que las estrellas se caigan del cielo- susurré, luego sonreí.
-Perdone… ¿es usted el que trajo al hospital a la joven Bethanie Burton?-me preguntó una voz masculina.
Alcé la cabeza. El señor era el típico médico. Pelo blanco, delgado y alto. Llevaba gafas cuadradas, por lo que no merecía la mención de cuatro ojos. Estaba vestido como un auxiliar de dentista, con el uniforme azul turquesa y las babuchas abiertas por detrás con agujeros para que transpire el pie.
-Eh, sí…Soy Cedric Bradbury, doctor-respondí, desconcertado. Me concentré. Le miré fijamente y me di cuenta de que sus ojos eran de color marrón caca. Sacudí la cabeza-¿Cómo está Bethanie?
-Se recuperará en breves, aunque le tenemos que hacer bastantes pruebas… ¿dónde está su familia? Hay algo que me gustaría comentar con ellos.
-No sé, es lo que he estado tratando de averiguar. Cuando la salvé estaba sola, al menos eso creo. Era la única indefensa, me parece que el resto de su familia, su padre, su abuela y sus hermanos, salieron de esa casa por sus propios pies cuando empezaron a oler el tufo a quemado-cavilé.
-Usted les ha salvado la vida, créame.
-¿Les ha salvado la vida? ¿De qué está hablando?
-Bueno, Bethanie ha inhalado mucho humo y afortunadamente eso no ha sido pernicioso para ella ni tampoco para el bebé.
-¿Bebé? ¿De qué bebé habla?-inquirí, extrañado.
-¿No lo sabe? Bethanie Burton está… entre las muchas pruebas que le hicimos descubrimos que está… embarazada.
Solo respiré una vez más. El labio inferior me pesó demasiado y la boca se me abrió. Pestañeé.